En la última versión de Joker, Joaquin Phoenix encarna un personaje nunca antes visto (Phillips, 2019). Arthur Fleck es el ejemplo de la precariedad y la privación que encarnan ese mal-estar que se atribuye a La Maldad. El personaje se presenta como un enfermo mental abandonado por el sistema. Un huérfano adoptado por una mujer trastornada que lo utiliza como un objeto de maltrato y de referencia para su delirio erotomaníaco con Thomas Wayne. Arthur ha sido cosificado desde la precariedad de su origen y busca desesperadamente a un prójimo que lo asista, lo mire y signifique como persona. Producto del maltrato en todas las formas posibles, encuentra la salida de su estado mortífero a través del asesinato.

Fleck retoma la esencia homicida del personaje de los cómics e intenta esbozar una posible historia de origen que termina siendo una broma que ningún cuerdo entendería. La escena final de la película se presta a múltiples interpretaciones. Él se ríe de un chiste que no quiere contar ya que no lo entenderían. En los cómics, Joker ha dicho que no recuerda realmente su origen, pero le gusta inventarse uno nuevo cada vez. En la película de Nolan cuenta varias versiones sobre cómo obtuvo sus cicatrices y nunca queda claro si alguna es real. Inventar su origen es como cuando inventas una broma y haber sido Arthur es una broma para Joker.

En la película, Arthur se adjudica el nombre propio de Joker, utilizando el adjetivo despectivo que el presentador de televisión le diera: bufón. La burla termina cuando el chiste se torna en denuncia y proclamación:

Joker en su versión original y en la versión de Phillips, es el único personaje que puede sostener la representación de La Maldad como objeto cosificado que provoca el mal-estar y a su vez cosifica a otros. En las versiones donde el personaje simplemente es un agente del caos sin sentido, empatía ni objetivos, su representación es sublimada por los otros, quienes le atribuyen La Maldad como un ideal subersivo frente a un sistema opresor y justifican la destrucción que él propone. Sobre esta línea, la posibilidad sublimatoria para La Maldad deriva en fanatismo como voluntad de poder en la masa oprimida para operar algún tipo de cambio que amerita la ejecución de la violencia divina (Benjamin, 1999). Cabe indicar que el fenómeno sublimatorio ocurre en la masa y no el individuo. El colectivo como unidad utiliza al ídolo cosificado como fetiche y a través de él libera el poder del odio para darle sentido al sufrimiento y la precariedad. Nótese que a diferencia de la sublimación de lo mortífero en la aparición del monstruo, en el fanatismo, elnuevo objeto es una ideología. La fascinación de los consumidores de cómics por la figura de Joker es otra muestra de esta sublimación.

En la vida real podemos pensar una variedad de personajes históricos que han provocado tal fanatismo. El nazismo de Hitler o el terrorismo islámico son ejemplos de este fenómeno de masas. En la ficción, los cómics de Moore en la Era Oscura están plagados de referencias que invitan a la anarquía frente a los estados totalitarios