La primera publicación de X-Men aparece en septiembre de 1963. Stan Lee llevaba apenas un año dando rienda suelta a su genio creativo con las historias que quería contar. Los 4 Fantasticos, Hulk, Ironman y Avengers ya estaban en circulación. Stan quería desarrollar una historia que tratara los temas de discriminación y derechos humanos que generaban polémica en ese tiempo. Originalmente quería nombrar la serie “Mutantes”. El nombre fue rechazado y opto por X-Men, siendo la X un homenaje a Malcolm X. La esencia de los mutantes consiste en presentar una serie de personajes que son distintos y por ello son discriminados, perseguidos y temidos. Dentro de este grupo habrá quienes busquen demostrar su respeto por la humanidad y bajo el liderazgo de Charles Xavier (personaje inspirado en Marthin Luther King) convertirse en héroes; y habrá quienes llevados por el resentimiento resultado del maltrato y la discriminación sufrida quieran destruir a la humanidad conformando una Hermandad de Mutantes dirigida por Magneto (tributo a Malcom X).
La inspiración de Stan Lee para crear a los Mutantes se sostiene a lo largo de los 50 años que los X-Men han permeado en las representaciones sociales. En la actualidad, todo grupo que haya sido discriminado puede identificarse y abanderarse desde las historias y los personajes de la serie X-Men. Fieles a su origen, los dibujantes y escritores de los cómics así como los guionistas y directores de las películas que conocemos actualmente han continuado problematizando temas como la diferencia racial, étnica y socio-cultural, así como la identidad de genero y la diversidad sexual.
Ninguna otra historia nos muestra con tal claridad el nihilismo Nietzscheano y una genealogía de la moral. Los mutantes son una raza distinta a la humana, han mutado, evolucionado. Su diferencia los hace amenazantes provocando miedo y rechazo. Estas reacciones los llevan al aislamiento, a sentirse ajenos y rechazados con el sufrimiento que eso implica. Charles Xavier reconoce esto y decide dedicarse a buscar mutantes y ofrecerles un hogar, una familia, un lugar de pertenencia y una identidad. Funda su escuela donde decide que para proteger a los mutantes es importante ocultar su mutación y pretender ser normales (en otro post trataré el conflicto que esto implica). Con la fachada de una escuela para niños superdotados (que requieren educación especial) desarrolla un proyecto encubierto de superhéroes.
Erik Lehnsherr por su cuenta, no tuvo la fortuna de nacer en las condiciones favorables que tuvo Charles. Xavier es heredero de una familia acomodada, sus padres fueron científicos y él tiene acceso a la educación privilegiada. Charles representa el hombre blanco, heterosexual, angloparlante y adinerado (en otro momento abordaré el conflicto de la llamada “white guilt” – concepto que surge de los estudios post-coloniales – que actualmente aqueja a ciertos sectores de las poblaciones históricamente privilegiadas). Erik en contraste, proviene de una familia judía que vivió la persecución Nazi y cuyos padres fallecieron en los campos de concentración. Su historia es una historia de perdidas traumáticas. Sus padres (asesinados por los Nazis), una hija (Anya, fallece en un incendio y no puede salvarla), su mujer (quien huye atemorizada por los poderes y la ira de su marido)…. pierde su nombre (originalmente era Max Eisenhardt pero cambia su identidad a Erik Lehnsherr). Erik representa al hombre marginado
perteneciente a las minorías discriminadas y maltratadas que desarrolla un odio con deseos de venganza. Magneto funda la Hermandad de Mutantes para proteger a los suyos al igual que Charles. La diferencia radica en que Erik no está dispuesto a esconderse ni a proteger a la raza que ultrajó a los suyos, al contrario, busca destruirlos.
Charles y Erik comparten el ser mutantes. Pero uno se aboca al “bien común” buscando una negociación pacífica con los humanos colocándose como “El Bueno” mientras el otro se aboca al “bien propio” que conlleva la destrucción del humano como enemigo colocándose como “El Malo”. La brújula moral de cada uno claramente esta marcada por su historia. Las vueltas de la trama invertirán en su momento las perspectivas de lo bueno y lo malo en las acciones y decisiones de ambos personajes con las consecuencias de sus liderazgos (trabajaré estos contrastes en los posts subsecuentes). Pero sus acciones y su ética estará siempre marcada por sus experiencias individuales.
Francisco Pereña es un psicoanalista español que escribe un libro titulado “Soledad, Pertenencia y Transferencia”. En este texto desarrolla una serie de conceptos alrededor de cómo el psiquismo humano está siempre alienado de su propio cuerpo provocando una experiencia de soledad y alienación que nos arroja a la necesidad de pertenencia. Como animales sociales, los humanos nos debatimos entre nuestros instintos y el deseo de formar parte de un grupo. Según Pereña, la necesidad de pertenencia surge de la primera experiencia de vida en la cual el cachorro humano se encuentra en un estado de desvalimiento tal que sin un prójimo que lo asista no sobreviviría. Su cuerpo es fuente de dolor y displacer, mientras que la satisfacción de sus necesidades (vitales y afectivas) se encuentran en el cuerpo del Otro. Ese es el origen de la alienación y del sentimiento de soledad en el cuerpo propio. Desde esta perspectiva, la pertenencia es un requisito para la superviviencia. Esto ayuda a entender la insistencia del humano por ser parte de un grupo de mas humanos.
El primer grupo de pertenencia es en teoría la familia. Grupo consanguíneo donde el cachorro humano debería sentirse protegido y parte de ya que se comparte una información genética. En condiciones adecuadas, los padres ven en el hijo una extensión de si mismos y en tanto espejo narcisista, lo acogen y buscan hacerlo “a imagen y semejanza”. Será una labor posterior del sujeto independizarse de los preceptos que los padres le hereden, pero de inicio los deseos de los padres sobre el hijo dan el arranque para una vida afectiva erotizada. Si esto no ocurre, el cachorro queda a la deriva ante un mundo hostil construyendo una imagen de si mismo alienada. Le será complicado entender los códigos de otros humanos y por lo tanto sentirse perteneciente. De estos preceptos deriva la importancia de la crianza temprana y el apego. Un cachorro que no recibe de sus cuidadores (padres o cualquier individuo experimentado que lo asista) tendrá dificultades posteriormente para interiorizar los códigos humanos que nos permiten identificarnos con otros y sentirnos acompañados.
Los grupos secundarios de pertenencia son la sociedad, la cultura y el Estado. Cuando la familia falla (como ocurre con algunos mutantes en los cómics, y con ciertas poblaciones vulnerables en la realidad), estos grupos pueden actuar en el rescate del individuo alienado. Xavier y Erik ofrecen a sus mutantes esta segunda acogida formando con ellos sociedades y familias. Algo similar vemos en casi todas las asociaciones heróicas de Marvel. Avengers por ejemplo son también un grupo que acoge a los personajes alienados que en sus propias historias no habían encontrado un lugar. Se vuelven familia. En la vida real vemos como las llamadas poblaciones marginadas buscan agremiarse para pertenecer a colectivos en los cuales puedan identificarse y gestar una identidad.
El mundo de los cómics ofrece también un espacio familiar. Una comunidad donde podemos convenir e identificarnos con nuestros amados personajes para sentirnos menos solos, más comprendidos… pertenecientes.
[…] (superpoder) y su deseo de ser “normales”. Como comenté en un post introductorio (MUTANTES: Genealogía de una Moral entre la Soledad y la Pertenencia) los Mutantes ofrecen figuras de identificación para todo humano que se vive alienado y no […]
Me gustaMe gusta